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La segunda línea desafina

La actuación de Fabio, Javi, Cedrés, Aridai y Clau, de nueve, no responde a las expectativas

El centrocampista de Ingenio Fabio González, con el rostro tapado, abandona el terreno en el 68’ para dar entrada a Ruiz.

El fogonazo de Maikel Mesa -empate de penalti en el 90’ bajo el influjo de la polémica VAR por las manos de Arroyo- sepulta la teoría de la conspiración arbitral. La cifra descomunal de tarjetas amarillas (27) que han visto los legionarios de Mel no obedecen a una cruzada judeomasónica contra el Roque Nublo. Principalmente, se fundamentan en la nefasta coordinación defensiva de un equipo que se mantiene, una jornada más, como el más batido de Segunda (12 tantos encajados en 9 duelos).

Los árbitros se equivocan en ambas direcciones y la segunda línea -ante las bajas de Aythami Artiles Oliva, Ale Díez, Sergio Araujo, Álvaro Lemos, Pejiño y Rober- desaprovechó su gran oportunidad. Salvando la actuación de Maikel Mesa, cuesta digerir su rol residual, los minutos de fantasía de Óscar Clemente y la insistencia de Pietro Iemmello, el resto de opositores a la titularidad no respondieron a las expectativas.

En el 1-0 de Fran García, Cristian Cedrés y Fabio González acuden a taponar el remate del lateral zurdo con escasa fe. Más allá de quedar señalados por el tanto manchego, en el caso del extremo pasó de puntillas -salvo dos remates desviados-. El timonero trató de oxigenar la salida de balón ante el acoso de los rivales. Primero, junto a Javi Castellano, y en el segundo tiempo, como único mediocentro. No terminó de aportar la temperatura precisa al encuentro. Fue retirado en el 68’ para dar entrada a Sergio Ruiz. Un movimiento que delata a Mel. El de Ingenio no tuvo su noche. Al igual que el gemelo, que cargó con una amarilla y fue de más a menos. Devorado por la carga física de un Albacete crecido con López Garai.

Al naufragio de Fabio (232’ disputados en los 720’ de competición) y Javi (115’), así como el del extremo Cristian Cedrés (64’), cabe sumar el papel de Aridai Cabrera (110’). Ayer, jugó la última media hora de revulsivo y no dio con la tecla. Debía convertirse en una centrifugadora. Darle velocidad supersónica a un encuentro soporífero, dormido plácidamente en un sofá, como orquestó López Garai. En lo referente a Jonathan Silva (159’), le salva su centro. El que generó el penalti que convirtió el héroe del Teide Maikel Mesa.

A Clau, en etapa de formación, jamás hay que discutirle la entrega. Pone el corazón en cada balón. Pero como único referencia ofensiva, resulta un mal negocio. El zaguero Boyomo tuvo una noche plácida. El peligro de Clau reside en su potencia como extremo -lo demostró ante el Logroñés-. La diferencia entre la primera y la segunda línea resulta abismal. Mesa y Clemente son la excepción.

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