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Puente con cautela al solajero

Los canarios evitan organizar viajes en la festivad del 12-O para protegerse del coronavirus | Las familias aprovechan el largo fin de semana para relajarse en la playa

Decenas de sombrillas, casetas y toallas en la playa de Melenara, bien separadas las unas de las otras, en la playa de Melenara.

No es momento para organizar grandes viajes, ni planes exóticos. La crisis sanitaria provocada por el coronavirus deja en los canarios una inmensa necesidad de ser precavidos, por lo que en el largo fin de semana que ha supuesto el puente por las fiestas del Pilar, muchas han decidido disfrutar de los días libres tomando el sol en la playa. “Hay que aprovechar los planes que aún pueden hacerse”, considera Candelaria García sentada a junto a su hija, Vanesa García, y su amiga, Carolina Montesdeoca, a pocos metros de la orilla de Melenara, disfrutando de la leve brisa y el picor que el sol produce en la piel antes de quemarla. Lo que más le apena en esta fecha es “no poder ver los tradicionales fuegos que tiran en Guanarteme por las fiestas del Pilar; nosotros somos de allí, pero las han tenido que cancelar por precaución”, apunta con tristeza. “Nos da mucha pena no poder disfrutar de esta fecha junto con la familia; solíamos reunirnos en estos días y quedábamos siempre para ver los voladores”, añade su marido, Gerardo García, que también opina de esta situación que “la sensación que deja la pandemia es desgana por un lado, miedo por otro y mucho respeto”. Quizá por ese motivo la cala teldense está más vacía de lo previsto un domingo previo a un festivo.

Decenas de personas esperan por mesa en los restaurantes.

La imagen que puede ver un recién llegado en hora punta -sobre las dos de la tarde- es de decenas de casetas y toallas bien alejadas las unas de las otras, cumpliendo con la distancia interpersonal obligatoria. La cautela tras la incertidumbre fue la protagonista en la jornada dominguera. “Nosotros estamos contentísimos porque no hay casi nadie en la playa”, sostienen Rosa Martín y Antonio González, que admiten también que no es usual que viajen a otros sitios en épocas de puente.

Subidón de adrenalina

“Aprovechamos los días libres para hacer actividades en la Isla”, asegura por su parte Hilario Quintana, sentado en el mismo grupo, aunque añade que en los últimos meses la situación provocada por el coronavirus los ha mantenido muy alerta. “En esta ocasión estoy tranquila, no me ha dado el subidón de adrenalina en el estómago que me da cuando la playa empieza a llenarse”, expresa Martín, ya que otras veces que se ha acercado a esta playa en los últimos meses ha tenido la desagradable experiencia de encontrarse cómo otros grupos de bañistas se pegaban a su toalla. “Lo peor es que a veces les hemos dicho amablemente que se alejasen, pero no han sido colaboradores”, relata espantada Gloria, su hermana.

Por otra parte, la orilla de los restaurantes presentaba una imagen más habitual, propia de los fines de semana en el barrio costero. Aunque la orilla del mar se presentaba casi vacía, decenas de personas esperaban pacientemente en los bancos del paseo marítimo un hueco libre para almorzar. Los vecinos del municipio y los visitantes aprovecharon el día libre para mantener con sus familias un agradable almuerzo,. “Siempre viajamos en estas fechas, pero este año no hemos visto esa posibilidad”, cuenta Esmeralda Llanos, procedente de Las Palmas de Gran Canaria, mientas espera su turno para entrar en uno de los locales.

Dos bañistas al sol, en las terrazas de La Garita.

Señala a su pequeña, que apenas ha cumplido aún los dos años. “Es muy curiosa, muy activa; toca todo lo que ve y en estas circunstancias tenemos que evitar precisamente eso”, describe la madre, “hay que seguir las medidas sanitarias, pero no podemos controlar todo y por eso somos precavidos”. Este año han decido evitar los aeropuertos y aprovechar la segunda vivienda que poseen en Melenara para pasar los días libres en la costa.

La incertidumbre baña a todos los canarios, que observan con miedo la subida de contagios (principalmente en la capital). “El problema es que seguimos sin saber cómo actúa el virus, no sabemos cómo va a desarrollarse estos meses”, explica Auxiliadora Martín, familiar de LLanos. “Nosotros tenemos miedo”, explica Ignacio Valido, que explica que trabaja como comercial recorriendo la capital. “La gente sigue las medidas de seguridad, pero aun así estoy expuesto”, añade. Aunque es originario de Las Palmas, decidió pasar el día con su familia en la playa teldense. “Nos gusta más estar aquí; en Las Canteras siempre hay muchísima gente”, afirma su acompañante, Dali Santana, que adelanta que tienen pesado pasar el día del Pilar -hoy para el lector- en el campo para evitar la aglomeración de la ciudad.

Algunos jóvenes (un poco más aventureros) sí han decidido aprovechar el largo fin de semana para viajar a islas cercanas; es el caso de María Torres y Emmanuela Georgieva, que llegaron el pasado viernes a Gran Canaria desde Tenerife. “Queríamos ver la Isla porque no la conocemos; nos pareció una buena idea venir porque estamos cerca de casa”, cuentan con las maletas en la mano, pues están a escasas horas de volver a su lugar de origen, pero quieren aprovechar la experiencia al máximo a pesar de que las circunstancias limitan mucho las opciones que tienen.

“Nos ha parecido que tampoco han controlado mucho si cumplíamos con las medidas en el aeropuerto”, adelanta Torres, que relata que no tuvieron que rellenar ningún documento ni les tomaron la temperatura o medida similar. “Yo estudiaba en Madrid, pero me vine a casa para pasar estos meses con mis padres y noté mucha diferencia; se lleva un control más exhaustivo”, considera la joven.

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