La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Lamberto Wägner

Tropezones

Lamberto Wägner

Vidas secretas

Al oír hablar de vidas secretas tiene uno cierta tendencia instintiva a sospechar de una doble vida, como la de un bondadoso Dr. Kekyll ocultando las tropelías de su otro yo, el malvado Mr. Hyde.

Pero no siempre es así. En la canción “My secret life” de Leonard Cohen, el cantautor pasa por el aro de las pedestres imposiciones cotidianas, disimulando su frustración, pero desquitándose en su vida secreta, donde “le van a oír”. Las noticias falsas y la publicidad engañosa de su día a día las tolera estoicamente, pero en su vida secreta defiende que nada es en blanco y negro, que las cosas nunca son tan simples como aparentan. Y si en la vida cotidiana está dispuesto a entrar en el juego de la hipocresía de su entorno, en su vida secreta, cuidadín, pues estaría dispuesto a dar su vida por defender la verdad.

Por supuesto que se dan vidas secretas mucho más ambiciosas y hasta espectaculares: me viene a la memoria una antigua película de Danny Kaye: “La vida secreta de Walter Mitty”, fuente de cautivadoras aventuras, que impactaron en una mente infantil como la mía, con una fuerza sin duda tan potente como los efectos especiales de las peripecias galácticas cinematográficas de hoy día.

Y hablando de filmografía, el cineasta José Luis Garci se lo pone más fácil: para él no hay vidas secretas que valgan “¡El cine es nuestra vida de repuesto!”.

En la misma vena, García Márquez nos alumbra un camino para realizarnos en sucesivas vidas paralelas:”..los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a si mismos una y otra vez..”

Yo no creo que haya que poner en cuestión la necesidad de guardar, y hasta atesorar en la vida un archivo de secretos, aunque sólo sea por higiene mental y prudencia social.

Pero si partimos del supuesto que la existencia de toda una vida secreta pueda ser fruto de una insuficiencia vital en nuestra existencia real, ¿no sería más provechoso ampliar la experiencia de nuestras vidas reales, llenándolas de plenitud de contenido?

Lo que me lleva a un desideratum perfectamente planteado en una frase del escritor André Malraux:”Transformar en consciencia una experiencia tan amplia como sea posible”.

Es este un consejo que me precio de haber seguido, explorando y saboreando a lo largo de mi vida cuantas experiencias y vivencias me ha sido posible. Pero esforzándome asimismo en facilitar a mis hijas los medios, los entornos y los encuentros, que no sólo les permitiesen hacer suya la máxima “nada humano me es ajeno”, sino impregnarse de paso de sus inevitables corolarios, la tolerancia y la solidaridad.

André Malraux es el perfecto paradigma de su proclama. Además de novelista de éxito, teórico del arte y hombre de acción en todos los desafíos de la vida (por ejemplo como destacado partícipe de la guerra civil española), jugó incluso un importante papel en la política francesa bajo el presidente De Gaulle, como ministro de información primero, y ministro de cultura posteriormente. Y nada apunta por cierto, en lo que denominó sus “Antimemorias”, que le sobrara tiempo, encima, para una vida secreta de tapadillo.

Compartir el artículo

stats