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Permitan que Arrecife avance

El estancamiento prolongado en el que se encuentra la ciudad de Arrecife tiene que acabar. Es insostenible este continuo estado de las cosas. La desidia perpetua, instalada en el salón de la casa de todos, obstaculiza el avance de una sociedad arrecifeña que está sufriendo en carne propia las consecuencias de la inoperancia municipal, cuyo proceso parece ser lo único que camina invariable desde al menos los últimos doce años. En este contexto, un ayuntamiento dedicado exclusivamente a la gestión de la rutina es también una administración atrofiada; si además añadimos la falta de recursos técnicos y la incapacidad política para sacarla del atascadero nos queda un ente local anquilosado.

La gestión de la rutina está bastante ligada a un factor inmovilizante: La mediocridad. Reflexionar sobre este aspecto sirve como ejercicio para iniciarse en la comprensión de las acciones incongruentes, de las decisiones absurdas y de los despropósitos que emanan, con preocupante regularidad, de la institución más cercana a la gente. La mediocracia es la forma que ha adoptado la administración capitalina para gestionar el municipio. No ir más allá de lo estrictamente necesario; no hacerse preguntas ni hacerlas, ya que eso implica buscar soluciones. Sin embargo, este relajo tiene consecuencias nefastas para la ciudadanía: Me viene a la mente el caso de Tana Hernández, el pibe de Valterra que pasó seis años postrado en una cama sin poder salir de su vivienda, las familias de las casas de Titerroy o los recientes derribos de dos inmuebles con valores patrimoniales en plena Calle Real, por poner ejemplos distintos pero representativos.

Otro de los factores que impide soltar el amarre de la inoperancia municipal es la inexistencia de una hoja de ruta. Tampoco existe siquiera una idea de ciudad, algo tan básico y necesario para empezar la reconstrucción. Saber a qué puerto dirigirse y cuál debe ser el trayecto son pautas esenciales para no perderse en el mar de la incoherencia. En los últimos diecisiete meses también han evitado tenerlas en cuenta. Hemos pasado de estar a la deriva, durante la Administración de Eva de Anta, a zozobrar por causa de los histéricos zarandeos de la Administración de Astrid Pérez, más preocupada por representar ajetreadas coreografías en una grotesca ficción de movimiento. En cualquier caso, la sensación de que nadie está al timón es real. Sin una dirección clara, con poca voluntad para atender propuestas y con la prepotencia por bandera la llegada a buen puerto parece complicada, sobre todo porque el barco está girando en círculos sobre sí mísmo. A río revuelto ganancia de pescadores. Este dicho tan popular podría resumir conceptual y gráficamente lo que, a mi juicio, pasa en Arrecife. Hay un sector de la sociedad, de agentes sociales mejor dicho, que no quieren que la ciudad de Arrecife se organice, se desarrolle y se convierta en una de las principales capitales de estas tierras isleñas. A estos agentes sociales no les interesa el orden, están más cómodos en el caos. Es más fácil sacar provecho de la confusión que ir a buscarlo dentro de un marco comunitario de beneficios. Pasar por las mismas responsabilidades y deberes que cualquier hijo de vecino les supone un hastío; las normas que las cumplan los toletes que pagan impuestos. Si la predisposición hubiese sido otra y los intereses comunes, hace tiempo que Arrecife hubiese tenido un Plan General de Ordenación Urbanística en lugar de una ristra de modificaciones parciales ad hoc.

La construcción de la ciudad es una tarea colectiva. Permitir que Arrecife avance es iniciar un proceso de entendimiento y consenso básico entre todos los sectores sociales y principalmente entre los distintos partidos políticos. Permitir que Arrecife avance significa empezar por poner orden en la casa, saneando una administración local viciada. Avanzar en un proyecto conjunto, de todos y para todos, dejando atrás el cortoplacismo del beneficio inmediato y del electoralismo indecente. En el avance no cabe seguir utilizando las viejas fórmulas que nos han dejado en el pozo, se trata de encontrar el camino mediante propuestas valientes, comprometidas y solidarias con la causa común. Es primordial comprender que sobre las ruinas de su identidad es imposible levantar una ciudad que avance, que cortando las raíces de su singularidad se la banaliza y condena al olvido. Dejen que Arrecife avance, ganaran ustedes y ganaremos todos

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