La Provincia - Diario de Las Palmas

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Ángel Tristán Pimienta

La bandera como disfraz

Hay declaraciones de amor que encubren simplemente otros intereses. Es famosa la frase “para qué le dices amor si quieres decir sexo”. Esto ocurre también con la mayoría de los asuntos que tienen que ver con la ‘comedia social’, una de las primeras lecciones que me dieron casi a la vez mis maestros, compañeros y sin embargo muy buenos amigos Guillermo García- Alcalde y Juan Ignacio ‘Nacho’ Jiménez Mesa, mis ‘padrinos de armas’ en ‘La Provincia’.

Pues que no nos engañe la hipocresía de los que usan lo ‘políticamente correcto’ y algunos lugares comunes de la moda ‘pret a porter’ sea ideológica, religiosa o de las costumbres como trampa y artificio. Darse golpe de pechos en una procesión o comulgar entre aspavientos místicos es muy frecuente entre putañeros irredentos, infieles conyugales y defraudadores de impuestos.

Mi padre que era agnóstico y comerciante los tenía calados, me los señalaba cuando los tronos pasaban por delante del ‘Bazar Tristán’ en la calle Luis Morote, donde todos los días había concurridas tertulias donde se repasaba indiscriminadamente la actualidad, fuera política, religiosa o de cualquier otra naturaleza. El obispo Pildain y Zapiaín, ex diputado del PNV en la II República, enemigo hasta la caricatura de Pérez Galdós, por laico, ateo y mujeriego, era una musa notable en este corro.

Igual oían con desigual atención y devoción pero con la misma curiosidad un discurso de 10 horas de Fidel Castro en la ONU, que les facilitaba el entonces cónsul de Cuba, Rafael Chelala López, que un caso de corrupción y enchufismo de los jerarcas del Movimiento, o que el cotilleo sobre las amantes de un conocido médico, alto y guapo y con mucho dinero, o los ‘crímenes secretos’ en la guerra e inmediata postguerra de un industrial falangista de gatillo fácil y falsas caridades.

El esperpento Trump – algo que por su gravedad y profundidad nos parecía increíble que se produjera en la cuna de la democracia moderna, sólida y avanzada por sus contrapesos para controlar el poder y cortocircuitar las tentaciones totalitarias de sus dirigentes – ha sido como un caballo de Troya en el corazón mismo del país. Desde la Presidencia, este tiburón de los negocios, fanfarrón sin escrúpulos ni principios pero enfundado en la bandera de las barras y las estrellas, ha sembrado la división y el odio, ha azuzado a los extremistas que actúan como ‘milicias’, rifles al hombro frente a los colegio electorales, y ha acabado de hundir el prestigio de la gran potencia mundial.

Patriota de sí mismo, su patria son sus negocios y sus cuentas corrientes. Mientras asume como un payaso de circo posiciones militares como ‘Comandante en Jefe’, se ha resistido siempre a hacer publicas sus declaraciones de la renta y propiedades. Una investigación periodística del ‘New York Times’ descubrió en vísperas de las votaciones el secreto mejor guardado: no ha pagado impuestos en diez de los últimos 15 años, y en los años 2016 y 2017 pagó solamente unos 750 dólares. Sus lemas de la campaña de 2016 en la que por muy poco derrotó a la candidata demócrata Hillary Clinton, ‘América Primero’, y ‘Hagamos a América Grande’ eran una afloración del subconsciente de este súper mentiroso, y querían decir en realidad ‘Trump Primero’ y ‘Haced a Trump Grande de Nuevo’, porque, al parecer, sus negocios no son todo lo boyantes que él dice y encima, está lleno de deudas y acosado por algunos fiscales. Lo clásico: ‘no es oro todo lo que reluce’.

No contento con ganar, si lo hubiera, el premio Guinnes a los Bulos y Disparates – se le calculan 25.000 mentiras en estos cuatro años presidenciales - el fin de fiesta es atronador. Es el primer presidente USA que ha ‘desautorizado’ a la arquitectura constitucional, degradado la separación de los poderes ejecutivo y judicial, que ha hecho negocios y chalaneos incompatibles con el cargo, que ha exigido obediencia servil a los altos funcionarios civiles y militares, que ha insultado a prestigiosos generales que no le han seguido en su peligroso juego, que auto-declarándose presidente electo aún sin ganar exige sin embargo que se pare de contar votos porque ya ha ganado… y que ha lanzado falsas acusaciones de fraude masivo... propios de una república bananera.

El daño a la Nación y a la imagen exterior de EEUU ha sido tan manifiesto y grave, que hasta la ex adicta y forofa ‘Fox News’, uno de sus puntales más firmes, lo ha abandonado a su suerte. “No hemos visto el fraude del que habla”. Grandes cadenas de televisión interrumpieron su discurso sobre la ‘conspiración del pucherazo’: “Las acusaciones son falsas”. Líderes republicanos se desmarcan discretamente, pero ya es algo, y defienden el recuento.

Pero él sigue soberbio y furioso agarrado a la bandera, a la que ha convertido en solo un trapo ajado.

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