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Alfonso González Jerez

NC y la carrera de los presupuestos

Una de las cientos de amnesias que pespuntean los discursos públicos isleños es que Pedro Quevedo no hubiera retenido su escaño en el Congreso de los Diputados si no fuera por los votos que le ofrecieron en su circunscripción los coalicioneros grancanarios. Nueva Canarias no tenía músculo político-electoral (y muy probablemente tampoco lo tiene ahora) para conseguir un diputado. Haciendo gala de un pragmatismo algo cínico, en la pasada legislatura lo consiguieron haciendo un hueco para Quevedo en la lista electoral del PSOE.

No deben abundar las fuerzas nacionalistas que se presentan a las elecciones en las listas de grandes partidos de ámbito estatal. En fin, Coalición Canaria y NC se presentaron juntos, como una coalición electoral, a las elecciones de 2019, con una base programática común y una estrategia básica compartida. Hay gente sorprendente – jóvenes politólogos, plataformas nacionalistas – que supusieron, y hasta anteayer seguían suponiendo, que ambas fuerzas negociarían juntas los presupuestos generales del Estado de 2021 y todo ese embolado de la agenda canaria. Pero solo ha bastado con que, por fin, el Gobierno del PSOE y Podemos hayan alcanzado (y aprobado en Consejo de Ministros) un borrador presupuestario para que se rompa lo que un romántico llamaría “unidad de acción”. Para variar NC ha salido corriendo a negociar con un coronel de la ministra María Jesús Montero mientras CC seguía esperando la formalización de unas negociaciones con papeles y propuestas concretas. Cabe imaginar que el objetivo de Quevedo y sus compañeros es presentar cualquier logro presupuestario como fruto de sus desvelos y mañas y hurtarle así CC cualquier mérito (e incluso cualquier capacidad de maniobra) en la negociación presupuestaria.

El cortoplacismo de NC no solo es una torpeza coyuntural, sino un golpe a su propio proyecto político a medio plazo. Bajo la dirección de Román Rodríguez – que ya lleva la friolera de 15 años liderando la organización sin que le rechiste una mosca, salvo los ocasionales gruñidos bucólicos de Antonio Morales– el partido lo ha fiado y lo sigue fiando todo a su alianza con el PSOE en la Comunidad autonómica, en el Cabildo de Gran Canaria y en el ayuntamiento de Las Palmas, a pesar de haber perdidos 13.000 votos (3,5 puntos porcentuales) en los comicios regionales de 2019. En el Cabildo perdieron 10.000 sufragios y en Las Palmas crecieron muy ligeramente, pero siguen siendo una fuerza muy minoritaria con escasa implantación municipal –apenas tres concejales --. Las señales de que las rentas de un socio menor empiezan a mermar son evidentes. La dirección de NC no firmó el pacto con el PSOE, Podemos y ASG que convirtió a Ángel Víctor Torres en presidente por privilegiar su eje progresista sobre su eje nacionalista y territorial, sino para que Rodríguez pudiera regresar al Gobierno y acoger en su seno a compañeros y vivificar lealtades y esperanzas en un proyecto encajonado en la Gran Canaria semirural y cuya capacidad de crecimiento electoral en otras islas es prácticamente nula. El covid se ha sumado como un factor incontrolable en las estrategias y prácticas de todas las fuerzas en el gobierno y en la oposición.

La evidencia empírica demuestra que en los gobiernos de coalición quien sale mejor parado en las urnas en la fuerza mayoritaria. Cuando las urnas van bien, por supuesto. Tanto para Nueva Canarias como para CC se está acabando el tiempo para embridar algún tipo de confluencia política y electoral si se pretende que un amplio proyecto nacionalista recupera tanto la mayoría de los votos como el reforzamiento de una centralidad política capaz de entenderse con el PSOE o el PP.

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