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Alfonso González Jerez

Retiro lo escrito

Alfonso González Jerez

Profetas apocalípticos

El presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, se refiere últimamente con cierta frecuencia a los profetas del apocalipsis, los macabros aguafiestas que se empecinan en subrayar la ruina de las Islas y los espantosos índices sociales que padecemos cada vez más agudamente –paro, desigualdad, pauperización– como consecuencia de la crisis sanitaria. “Ya todo eso lo sabemos”, comentó con un punto de exasperación en el pleno parlamentario de esta semana, “y lo que es necesario es llevar ilusión y la esperanza a los ciudadanos, a todos los que están ahí fuera”. Sinceramente creo que al presidente no le falta la razón pero, aun así, está equivocado. Simplemente en una imperfecta democracia parlamentaria los medios de comunicación –el espacio público en general– no pueden, no deben convertirse en un atributo, un altavoz o un perfumista del Gobierno. Presidente, ya tienen ustedes bastante ventaja en un crisis espeluznante en la que los medios se encuentran en una situación de debilidad extrema, agónica, terminal para algunos. Pero todos los presidentes –nadie le ignora– son insaciables. Recuerdo que a mediados de su único mandato le pregunté a Adán Martín si me podía citar tres cosas que estuviera haciendo mal su equipo gubernamental. Pareció perplejo. “Humm, creo que no tengo ahora mismo una buena respuesta… Pensaré en ello”. Pocas semanas antes de las siguientes elecciones se lo pregunté de nuevo. Se rascó la cabeza. “Me has pillado… Seguro que sí, seguro, pero ahora mismo…”.

Contra lo que piensan algunos, el periodismo es un instrumento de control para que no desfallezca o desaparezca la trasparencia informativa que acredita a una sociedad democrática, no una batalla de oposición (siempre selectiva) para separar a los justos de los pecadores. Aunque algunos no lo crean, no es indispensable conseguir que dimita siquiera un concejal para ser un magnífico periodista. Por lo demás resulta asombroso comprobar como los heraldos de la verdad y la vida siempre terminan cobrando en pasta tan contante y sonante como su oscuro objeto de deseo. ¿De veras que Torres pretende que la prensa module sus titulares y desinfecte de amargura, desolación o incertidumbre la información que proporciona sobre la pandemia en el archipiélago? ¿Realmente esa es su función, entre cortesana y didascálica, aprender a molestar lo menos posible hasta que empiecen a escampar los enfermos, los pobres y los muertos? ¿Recordar que ya se registran en Canarias casos de desnutrición o ciudadanos que mueren por un cáncer cuyo tratamiento fue pospuesto o ralentizado por el retraso de las listas de espera desde marzo y abril es un acto de lesa patria?

Un poco de historia no viene mal. Nuestros políticos deberían leer el New York Herald, fundado por James Gordon Bennett, durante la Guerra Civil de Estados Unidos. Morían miles de hombres a diario y el país se cubría de sangre y el periódico responsabilizaba ferozmente a Abraham Lincoln titular tras titular. Tampoco estaría de más recordar las críticas a Neville Chamberlain en la prensa de su época y como su sucesor como primer ministro, Winston Churchill, le espetó aquella advertencia demoledora después de firmar el tratado con Hitler: “Se te ofreció poder elegir entre la deshonra y la guerra y elegiste la deshonra, y ahora tendrás la guerra”. Churchill, por cierto, prometió a su pueblo “sangre, sudor y lágrimas” al principio de una guerra atroz y antes de reponerse de una crisis económica arrasadora. Según los criterios de Torres, quizás sería un derrotista.

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