La Provincia - Diario de Las Palmas

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Javier Durán

Enfangarse en la propaganda

Madrid se ha convertido en el laboratorio (o lodazal) de una singular propaganda, donde los promedios diarios de contagio y muertes se combinan con el tufo a morbo de una operación política para descabalgar a Díaz Ayuso de la Comunidad.

Una prueba de esta carrera de fondo que pretende ganarse el favor de los madrileños se vivió ayer, donde el frente de la presidenta, el alcalde Almeida y el consejero de Sanidad compareció en la Casa de Correos para pedir la supresión del estado de alarma, mientras que en Moncloa lo hacían Illa y Simón para reivindicar el principio de salud de las personas frente a los negocios, por ejemplo. Los socialistas son conscientes de que la capital, gobernada por la derecha, es ahora mismo una papa caliente, y que los deseos de Díaz Ayuso pueden acabar afectándole electoralmente: está claro que el éxito contra la pandemia se lo apuntará el PP, pero si la estrategia sanitaria fracasa la culpabilidad rodará hacía el PSOE y el Gobierno de Sánchez. Alguno ministros lo vieron venir e intentaron parar la intervención sobre Madrid, y que fuesen los populares los que saliesen del atolladero por sus propios medios. Al final, se impuso el criterio de salvaguardar la salud pública de los madrileños pese a los costes que ello iba a acarrear. No se equivocaron: siguen las maniobras y una campaña intensa que coloca a la capital como víctima del afán socialista de erosionar la credibilidad de los populares. En esta tesitura, con la idea machacona de que el estado de alarma debe caer, al Gobierno no le va a quedar más remedio que entrar al trapo, puesto que se juega mucho. El enfrentamiento irá a más, sobre todo porque el ejecutivo no tiene previsto cortar de la noche a la mañana la excepcionalidad madrileña. Es más, debe mejorar la situación en un tiempo récord, pues ahora mismo es impensable que consiga los votos necesarios para renovar la alarma por otros 15 días. En caso de no progresar positivamente, ahí estarán Almeida y Díaz Ayuso para recordarle a todos los madrileños que la decisión que iba contra la economía de sus negocios la tomó el PSOE. Ellos, por su parte, se presentan como los defensores acérrimos de sus medios de vida desde criterios objetivos. Quiera o no lo quiera, el Gobierno de Sánchez no va a tener más opción que enfangarse en esta propaganda tan desagradable, pero que siempre, por desgracia, ha formado parte de las pandemias o de las gripes masivas. La búsqueda de un culpable que quede en el imaginario colectivo.

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