El cierre del mercado de fichajes dejó una certeza: la tesorería de la Unión Deportiva Las Palmas anda famélica. Esa complicada tesitura económica, que obligó al club a mandar a dos de sus futbolistas a un ERTE –para luego recoger cable y, ante los riesgos judiciales de esa decisión, rectificar– impacta aún más si se repasan las grandes hazañas financieras del club –celebradas a veces por la propaganda como victorias– durante los últimos años.
En diciembre de 2017, por ejemplo, los accionistas de la UD Las Palmas aprobaron el mayor presupuesto de la historia del club: 75 millones de euros –justo cuando el anterior curso contable dejó 13 millones de beneficios–. Desde el último ascenso a Primera División, en 2015, la entidad ha traspasado a futbolistas –lista entre los que figuran jugadores como Roque Mesa, Jonathan Viera o Pedri; sus mejores activos– por valor de unos 49 millones de euros. Y por el camino, incluso, rechazó jugosas ofertas por Araujo o Lemos con la supuesta boyante situación económica como excusa.
Hoy, en 2020, la contabilidad de la UD Las Palmas apunta a ruina sin que nadie se atreva a preguntar dónde está todo ese dinero. Pero tranquilidad. Para proteger al club de la nefesta gestión de Miguel Ángel Ramírez –y sus colaboradores– ya está el propio Miguel Ángel Ramírez que, según un periodista afín al régimen, esta semana avaló un millón de euros para poder tramitar las tres últimas incorporaciones –Cedrés, Iemmello y Athuman–.
Alguien, aunque sea solo uno de los esbirros que lo adulan, debería recordarle al oído a Ramírez que gestionar de manera diligente es menos estresante que avalar continuamente para ejercer como salvapatria. Menos mal que, frente a la desolación que proyecta el gobierno de la UD Las Palmas, al equipo de Pepe Mel se le ven buenas intenciones con la pelota. A ver qué pasa hoy contra el Málaga CF, ese club que Al Thani ha dejado como un solar. Casualidades de la vida.
