La Provincia - Diario de Las Palmas

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José A. Luján

Piedra lunar

José A. Luján

Saro Medina, pintora

En las cumbres de la isla existen motivos suficientes para que los creadores desarrollen sus capacidades artísticas. Sin duda, frente a la literatura o a la música, la plástica es el género expresivo que objetivamente se lleva la palma: el paisaje, la identidad geológica, la luz y las sombras, la perspectiva de las islas con el mar en lontananza… Los pintores han visto la cumbre como fuenteinspiradora en diversa gradación, desde la elementalidad de lo figurativo (perfiles de los roques Nublo y Bentayga multiplicados hasta la saciedad…) hasta la abstracción de caseríos en laderas o la técnica estilística del expresionismo que realiza Manolo Ruiz en su serial troglodítico o la inconfundible luz de los almendreros en la paleta de Gómez Bosch.

Como artistas vinculados a la cumbre tenemos una sólidareferencia en el escultor Abraham Cárdenes, quien se funde con el paisaje de manera telúrica-existencial:“Soy Tejeda, soy Tejeda transformado en humanismo. Yo no veo esculturas, sino es a través de mis montañas, que penetran en el espíritu de los que allí llegan”.

Otros artistas plásticos de nuestras cumbres son Berta Cabrera, Miró Mainou, Tomás Gómez Bosch, José Arencibia, Manolo Ruiz, Jesús Arencibia, Santiago Santana y alumnos de la Escuela Luján Pérez de todas las épocas, y otros más recientes que participan en concursos convocados con motivo de las fiestas patronales. Miró Mainou, pintor arraigado en Artenara durante doce años, nosllegó a confesar que la verticalidad del paisaje de las cumbres ofrece la dificultad de poder insertarlo en el interior del lienzo; por eso, él ciñe su estudio a la estructura de una pequeña roca o a la horizontalidad de los bancalesrecostados en la montaña y que atrapan el colorido de los trigales.

En este contexto, evocamos la figura de Saro Medina, pintora de Artenara que acaba de fallecer a los 62 años de edad, después de arrastrar una penosa enfermedad, que llevó con resignación junto a su esposo, nuestro amigo Manuel Miranda Nieves. Desde muy joven, Saro se impregnó de la cosmovisión del entorno cumbrero con la mirada propia de la artista plástica. Inicialmente, desde 1989, tuvo la orientación de los maestros de la Escuela Luján Pérez. Un pintor tiene que mostrar inicialmente sus capacidades y ponerlas al servicio de un maestro que es quien le impulsa a romper moldes, a manejar el pincel y la perspectiva y, sobre todo,a mantener viva la intuición de crear y explorar la búsqueda de un estilo propio. Saro estudió Dibujo y Pintura, así como Xilografía, Serigrafía, Grabado y Acuarela.

Ese fue el camino que siguió nuestra pintora antes de llegar en 2000, tras participar en varias colectivas, a su primera exposición individual en el Club Prensa Canaria, y algo más tarde, en 2004, en el acogedor patio de la entonces nueva sede de abogados de Las Palmas. Su vida cerámica continúa transitando la exploración etnográfica, los rosos de las cuevas con la irregularidad de su apertura en una geología informal, constituida por una arquitectura sin arquitectos, que en el lienzo se formaliza mediante la disposición colorista de masas onduladas que traslucen el singular hábitat de un sector poblacional de los altos caserío isleños.

Saro Medina estuvo implicada en actos culturales de su pueblo natal,, participando en diversos jurados pictóricos, habiendo pronunciado dos pregones festivos, el de La Cuevita y el del Cristo de Acusa. En el primero, en 2006, evoca la figura de Miró Mainou al presentar a Artenara como “lugar de inspiración, que con la finura de sus toques de luces y matices es lo que hemos heredado en sus lienzos, llenos de luces y sombras producidos por la composición de sus pinares, montañas y barrancos. No se trata de copiar la realidad sino de recrearse en ella, como hacía nuestro mejor paisajista”.

Con la ausencia definitiva de Saro Medina, perdemos un referente de la plástica de nuestras cumbres. Sería deseable que, en estos momentos iniciales de la definición cultural y del patrimonio inmaterial de las Cumbres Sagradas de Gran Canaria, se planteara como la creación de una amplia sala en la que exhibir la obra de artistas isleños estrechamente vinculados a estas tierras altas. Una selección de la obra de Saro Medina, rescatada del ámbito familiar o de algún coleccionista, debe figurar, por mérito propio y por sentimiento, en el posible espacio exhibitorio, que los envarados mentores del recién creado instituto de gestión —Montañas Sagradas/Biosfera—, deberían de tener en cuenta.

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