Gran Canaria, un destino para la superación

'Eat That Frog' es un organismo que trabaja con personas británicas que están en situación de vulnerabilidad o tienen necesidades especiales

La asociación organiza viajes a la Isla con jóvenes británicos para ayudarlos a salir de su zona de confort

Isabel Florido Mayor en una de las clases de yoga que imparte.

Isabel Florido Mayor en una de las clases de yoga que imparte. / LP/DLP

Eat That Frog, en español Cómete esta Rana, es un organismo que trabaja con personas británicas que están en situación de vulnerabilidad o tienen necesidades especiales. Desde cursos de empleabilidad a viajes de tres semanas en Gran Canaria. Las iniciativas que llevan a cabo desde la asociación pasan por diferentes actividades, pero todas con un mismo objetivo: mostrar al grupo de jóvenes que "siempre se puede avanzar".

Cuando a Isabel Florido Mayor le ofrecieron trabajar con la asociación Eat That Frog no lo dudó. Tras una larga trayectoria en el ámbito de la Traducción e Interpretación, decidió empezar a formarse en otras disciplinas como pilates o yoga. Ahora colabora con Eat That Frog e imparte clases de yoga a jóvenes británicos en situación de vulnerabilidad. "Las clases que desarrollo con el grupo están adaptadas, pero en cada sesión aprendo un montón. Ellos son los profesores y yo la alumna", indica Isabel. Para ella, lo importante de cada sesión es "ir sin expectativas, pero con mucho amor".

Eat That Frog, en español Cómete esa Rana, es un organismo que trabaja con personas británicas que tienen necesidades especiales. Desde cursos de empleabilidad a viajes de tres semanas en Gran Canaria. Las iniciativas que llevan a cabo desde la asociación pasan por diferentes actividades, pero todas con un mismo objetivo: mostrar al grupo de jóvenes que "siempre se puede avanzar".

Leticia Díaz es una de las coordinadoras del proyecto en Canarias. Junto a sus compañeras Rosario y Cristina, se encarga de acompañar a los jóvenes una vez llegan a Gran Canaria. "Todos los británicos que aterrizan en la Isla tienen entre 16 y 24 años y presentan necesidades especiales o alguna situación de vulnerabilidad", cuenta Díaz. Acogen desde niños huérfano o con problemas de inserción laboral hasta personas con autismo o dificultad en la movilidad. "En ocasiones los padres sienten pánico de mandar a sus hijos a la Isla. Muchos no han salido nunca de su país", señala Díaz. Sin embargo, recalca que, durante la estancia en Gran Canaria, todos logran "mejorar cada día y, sobre todo, superarse".

Un espacio de calma

El nombre Eat That Frog hace referencia a una obra de Brian Tracy. "La moraleja del libro es que cuando hay una tarea difícil en el día hay que empezar por esa. Comerse la rana, salir a la calle y luchar". La coordinadora asegura el lema es una forma de "motivar y proponer retos que, al principio, por los miedos e inseguridades, incluso por el idioma, parecen insuperables". Pero, para Leticia Díaz, el grupo necesita saber que "hay mundo más allá de Inglaterra y de una discapacidad o problema".

Durante las clases que Isabel imparte a los jóvenes trabaja lo que ella llama "la conciencia corporal". Después de realizar excursiones a museos, voluntariados en una finca de platanera donde "barren las hojas, ayudan a coger los plátanos y le quitan las flores" o visitar residencias de ancianos donde los jóvenes juegan al bingo y hacen figuras de barro con las personas mayores, llega la clase de yoga. "La sesión se puede considerar un espacio de calma", dice Florido y explica que, junto a Leticia, Cristina y Rosario, se ha elaborado un patrón en el que se incluye el número de alumnos, las edades, el perfil y la necesidad de cada persona.

La coordinadora Leticia Díaz y la profesora de las sesiones de yoga Isabel Florido.

La coordinadora Leticia Díaz y la profesora de las sesiones de yoga Isabel Florido Mayor en Baransu Studio, lugar donde la profesora imparte las clases. / Juan Castro

Una de las características de la formación es lo que la profesora ha bautizado como M+M (Movimiento y Meditación). El objetivo es que "la base del movimiento corporal sea una preparación para entrar en un estado de conciencia mayor". En palabras de Isabel Florido Mayor, la metodología funciona con el grupo, pues "tienen un perfil tan receptivo y puro que siempre sale bien".

Un proyecto con ansias de crecer

El proyecto lleva en marcha tres años. Empieza al mismo tiempo que el curso escolar y finaliza con este. "Alquilamos casas, coches de nueve plazas y organizamos los itinerarios". Cada joven viene acompañado de un tutor y en las casa hay una habitación a la que denominan "antiestrés". "En el caso de que algún alumno esté saturado de la convivencia, tenemos esa zona para que se calmen", relata Leticia. Además, agrega que cada persona realiza, junto a su tutor, un sumario en el que explica las actividades que le viene bien cuando se siente de una manera determinada. "Así sabemos como tratar cada situación".

Isabel asevera que en Eat That Frog ha logrado "abrir los ojos y ver la realidad". Para ella, las sesiones de yoga con el grupo son una manera de poner los pies en la tierra: "He llegado a preguntarme si están ellos más presentes que nosotros". Desde su punto de vista, la mayor dificultad que enfrenta en sus clases es lograr ir a lo simple y "rendirte a lo sencillo". Sin embargo, reconoce que "es un despertar a la pluralidad del ser humano".

Leticia Díaz subraya que, desde la asociación, están abiertos a seguir creciendo y encontrar empresas para colaborar. "Lo que buscamos son experiencias laborales para el alumnado. A veces están tan encerrados que piensan que no van a poder hacer nada", señala y añade que el verdadero valor está en "sacarlos de su zona de confort para que vean que sí son capaces de superar barreras".

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