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Gun, una mujer llena de magia y tenacidad

La peluquera se enamoró de la Isla tras un viaje de turismo y después la convirtió en su hogar

Gun, una mujer llena de magia y tenacidad

Gundaisy Ingerborg Karlefeldt (Sala, Suecia, 1927 - Las Palmas de Gran Canaria, 2020), fue una peluquera que emigró a la capital de la Isla en 1963 tras visitarla por motivos de turismo y calificarla como “el paraíso”. Fue la primera en abrir una peluquería nórdica en la ciudad y falleció el pasado 27 de octubre. 

Tenacidad y magia. Esas eran unas de las características de Gundaisy Ingeborg Karlefeldt, una sueca nacida en un pueblo llamado Sala en el condado de Västmanland el 28 de septiembre de 1927 que emigró en 1963 a la capital grancanaria e inauguró la primera peluquería nórdica para mujeres. La hija de Fanny y Albert Mudig siempre fue apasionada por el peine y las tijeras, al punto de que tuvo desde los 18 años de edad su propio salón de belleza en la casa donde vivía. Así comenzó y terminó su historia que ahora es contada a este periódico por su única hija, Liselotte.

Antes de llegar, Gundaisy vivió muchas experiencias y es que participó como militar en la Segunda Guerra Mundial, según narra Liselotte Karlefeldt. “A mamá le tocó dar órdenes a los rusos durante el conflicto bélico, fue una etapa muy dura para ella. Su etapa militar se le quedó muy grabada como una señal muy importante en su vida. Me lo repetía mucho durante sus últimos años de vida”, sostiene con tristeza su hija.

La peluquera se casó con Lennart Karlefeldt y tuvieron a Liselotte en 1961. Ambos dirigían varios negocios en Estocolmo, donde se conocieron. “Mi madre tenía dos peluquerías muy famosas y mi padre dos tiendas de ropa, una de mujer y una de hombres”, apunta. “Cuando llegamos mis padres estaban pasando por una crisis y mi madre quería intentar salvar el matrimonio, así que se vinieron de vacaciones a Gran Canaria y se enamoraron de la capital” cuenta Liselotte con nostalgia.

Ella venía con sus tijeras y peines, todo lo que necesitaba para salir adelante. “Le preguntó a mi padre si a él también le hacía ilusión emprender una nueva vida aquí, esto implicaba cerrar todos los negocios que tenían en Suecia y comenzar desde cero en Las Palmas de Gran Canaria”, relata. Lennart aceptó la propuesta de su esposa y regresaron a Estocolmo para organizar todo, vender sus propiedades y poder regresar a la Isla.

“Aquí tenía un hotel propiedad del guardameta de la Unión Deportiva Las Palmas, José Casas Gris ‘Pepin’, se llamaba Costa del Sol y se acababa de inaugurar y había un agujero en la pared, como le decíamos. Era un local pelado hecho de cemento y justo al lado de la playa de Las Canteras por lo que mi madre vio el lugar perfecto para montar su peluquería. Ella empieza a hacer sus gestiones y todas las puertas se le abrían porque era como un ángel bajado del cielo”, comenta con lágrimas en sus ojos.

“Ella tenía en el Banco Exterior de España sus cuentas y en ese entonces el director era Jesús Gómez y fue quien la ayudó con todo el papeleo para que mamá pudiera abrir su negocio. La inauguración se hizo en el año 1963 con mucha pompa”, asegura. Salón Scandinave fue entonces la primera peluquería nórdica que se inauguró en la capital y en el resto de las Islas Canarias.

A partir de ahí fue la época gloriosa que tuvimos en Canarias. Gun tenía cinco empleadas que su hija califica como “maravillosas”. Además, explica que a pesar de tener varios secadores de pelo la demanda era tal que muchas clientas se sentaban afuera a esperar que con el sol su melena se secara. “Las mujeres hacían cola para ver a mi madre”, indica.

Gun, una mujer llena de magia y tenacidad

“Ella siempre andaba con tacones altos y para ese entonces se utilizaban unos postizos para dar volumen al cabello, así como pestañas postizas. Era tan bonita que varios hombres se colocaban afuera de la peluquería para observarla”, expresa con añoranza.

Gun también fue una de las pocas mujeres que conducía coches en la época. “En su vehículo encontraba ramos de flores, chocolates derretidos por el sol. De hecho, nosotros vivimos en Tafira un tiempo en un chalet de los dueños del Grupo Chanrai y la perseguían para saber dónde vivía”, detalla. “Como no la podían alcanzar pero ya sabían por qué camino solía ir se plantaban en la vía antes de que ella llegara en medio de la carretera para hacer que ella parase y verla”, insiste Liselotte.

Secuestro

El sueño de la pareja casi se ve frustrado porque Gun había adelantado su viaje a la Isla para ultimar detalles respecto a la apertura de su peluquería situada en la calle Prudencio Morales número 13 de La Puntilla y se le presentó la oportunidad de ir con una amiga a Marrakech en Marruecos, donde ambas fueron víctimas de un secuestro. “Ella me dejó en Suecia con mi padre justo antes de instalarnos aquí y había una oferta de vuelo hasta allá por lo que se fueron. Eran dos rubias explosivas en Marrakech que fueron raptadas y llevada en un taxi en plena oscuridad de la noche para Agadir, donde realmente iban a ser vendidas a una mafia. Ese día salieron de una fiesta famosa llamada la alfombra voladora y su intención era irse al hotel donde se hospedaban”, dice.

Liselotte Karlefeldt, hija de Gundaisy, en la calle Prudencio Morales número 13 donde su madre tuvo la peluquería.

Sin embargo, el taxista “ya había visto a esas dos mujeres guapas y decidió raptarlas junto a un beduino. En ese momento la policía vigilaba la Medina pero los raptores sabían los horarios en los que se hacían los recorridos de los funcionarios así que pudieron salir de ahí con ellas en el coche”, añade. “Ellos tenían que rezar, por lo tanto hacían varias paradas y las encerraban en sitios donde se fumaba opio y eran vigiladas por perros guardianes”, señala la hija de Gun. Además, cuenta como anécdota que en uno de esos lugares le preguntaron a la sueca si quería algo de beber y ella pidió una Coca Cola pero solicitó que no se la dieran en un vaso, sino que le permitieran elegir la botella y así sucedió. “Nunca voy a volver a ver a mi hija”, era lo que según Liselotte se repetía su madre durante el tiempo que estuvo secuestrada.

Gun, junto a su hija Liselotte y su esposo Lennart

“En plena oscuridad y cuando ya iban camino al muelle de la costa, mamá se percata de que viene una mula con un señor y mucha paja encima de ella, lo que ocasionó que el taxista tuviese que frenar y mi madre vio una oportunidad así que le dijo a su amiga que saltara sin saber si quiera lo que había fuera debido a que no podían ver nada por falta de luz”, manifiesta la hija de Gun.

Finalmente, la amiga de la peluquera salta, el taxista frena y el beduino sale en busca de la sueca. “Ella vio como la cogía y la zarandeaba porque tenía un traje claro, no sabía si ella seguía viva. En ese momento mi madre se abalanza encima del conductor y le quita la llave del coche y se sienta arriba de ella para evitar que se la arrebate”. Acto seguido, cuenta Liselotte, Gun le explica a su raptor que si lo que desea es tener relaciones sexuales lo haría, pero que ella tenía una hija que la esperaba en casa, en su país. “Le preguntó si él era padre y este le dijo que sí, que de tres hijos. Ella pudo convencerlo y cuando el beduino regresa con la amiga de mi madre en brazos a este se le ablandó el corazón y dio la vuelta a Marrakech para dejarlas en una plaza que estaba cerca del hotel”, relata.

A partir de ahí, Gundaisy tuvo vigilancia permanente “para evitar que le hicieran daño, al punto de que la policía estaba en las palmeras escondidos controlando la habitación”. “Mi madre fue trasladada directamente a Estocolmo, donde la esperaba mi padre para llevarla al hospital porque tenía una úlcera en el estómago producto de la situación”, comenta la hija.

La pareja al final termina separándose a los años pero mantenían la amistad ya que “eran muy modernos”. Ambos, narra Liselotte, tenían muchos pretendientes y sus historias con otras personas. Pero alguien tocó de nuevo el corazón de Gun, por lo que estuvo en una relación formal durante 28 años con Juan, que se separó de su mujer tras enamorarse de la nórdica, una relación que vio su fin hace justamente diez años. Lennardt y Gun estuvieron tan unidos que tras separarse ella se mudó a un piso y él decidió comprarse uno en el mismo edificio. Él murió primero producto de un cáncer de próstata y la que fue su esposa se mudó a la vivienda de él. “Ella lo cuidó siempre, hasta que tuvimos que trasladarlo a Estocolmo, donde falleció”, expresa.

Gun, una mujer llena de magia y tenacidad

Misa en la iglesia sueca

Cuando decidió cerrar la peluquería por la crisis y porque se sentía cansada, volvió a sus inicios y organizó un espacio en casa donde recibió a sus clientas más fieles durante años. Esa mujer “apasionada al mundo del rally, a la que le encantaba tirarse en paracaídas e incluso tenía moto y se subía en unos cilindros y manejaba por sus paredes” dejó de existir el pasado 27 de octubre a las 17.00 horas en el Hospital Doctor Negrín tras pasar una semana hospitalizada producto de un derrame cerebral. Deja en su hija y amigos “recuerdos imborrables de una sueca moderna que era perseverante, luchadora y con unos ojos verdes grisáceos que cautivaban”.

Liselotte espera poder viajar pronto a Estocolmo para llevar la cenizas de su madre y depositarlas junto a las del que fue por años su esposo y amigo. “La cuarentena me permitió estar las 24 horas del día junto a mi madre, aunque sé que ella estará a mi lado siempre”, concluye con la voz quebrada a la vez que añade que el próximo 11 de noviembre se celebra una misa en su honor en la Iglesia Sueca de San Agustín a las 16.00 horas.

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