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Jubilado de la Policía Local

Un veterano, ejemplo de superación

Juan F. Suárez pasó de tener una niñez difícil a ser uno de los mejores agentes de la ciudad

El veterano en las afueras de La Ciudad de La Justicia

En la vida las cosas no siempre salen como se planea, en ocasiones se pasa de tenerlo todo a estar sin nada y viceversa. Ese es el caso del veterano de la Policía Local de Las Palmas de Gran Canaria Juan Francisco Suárez Santana que pasó que vivir en un centro de menores y escaparse de casa de su madre para buscarse la vida por sí mismo cuando tenía 15 años de edad, casi una década después se convertiría en agente, aprendería varios idiomas y destacaría por su encomiable labor.

El agente jubilado antes de iniciarse en los cuerpos de seguridad del Estado no tenía el certificado de estudios primarios ya que no había acudido a la escuela porque su padre, que era militar, se mató en un pozo buscando agua cuando el teldense era pequeño. Estuvo solo un año en el colegio, después fue “rescatado” de su casa porque su madre viuda y con cuatro niños tras rehacer su vida con otro hombre puso a Juan Francisco a trabajar en un bar como freganchín. “Antiguamente llevaban a los niños con los carpinteros para que aprendieran un oficio, en mi caso fue en un local de comida donde incluso dormía. Cada fin de mes ellos acudían a buscar el dinero que yo me ganaba por mi trabajo”, recuerda con tristeza.

Tras ver como su madre iniciaba una vida con otra persona, prefirió marcharse de casa. En un principio se dedicaba a limpiar coches, después fue a Tenerife con 15 años de edad y una joven que ejercía la prostitución lo sacó de las calles, pero él no soportaba verla prostituyéndose y nuevamente prefirió alejarse. Intentó buscar trabajo en Puerto de La Cruz en el sector del yeso y un día se tropezó “con el célebre ‘Rubio de Arucas’, Ángel Cabrera,” a quien conocía desde niño. “Nos regaló a un amigo y a mí medio duro, tras caminar unos pasos, nos detuvo la Guardia Civil a los tres por robo a extranjeros. Resulta que El Rubio había atracado a una pareja y cuando nos presentaron en el Juzgado nuestro abogado de oficio nos dijo que nos declaráramos culpables, en nuestra ignorancia lo hicimos sin saber que eso me traería problemas después”, relata.

“No podía ejercer como funcionario porque no tenía los estudios primarios”, cuenta el jubilado

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Empezó prestando servicio militar en el Ejército de Aire, cuando veía pasar a un policía optaba por burlarse de ellos. “Les llamaba guindillas y les tiraba piedras”, narra el veterano que para ese entonces no sabía que su destino sería pertenecer a un cuerpo policial. Un día tras la celebración de una boda, Juan Francisco se encontraba en compañía de otro amigo que había tomado alcohol en exceso y no podía valerse por sí mismo, intentó tomar un taxi para llevarlo a su casa pero terminó discutiendo con el conductor y recibiendo una paliza por parte de los colegas de este.

Tras la reyerta resultó con una fractura en el brazo y fue llevado por agentes de la antigua Guardia Municipal a la extinta casa del socorro donde recibió atención primaria para posteriormente ser trasladado a comisaría. “Al día siguiente ya estaba en prisión junto a mi amigo, a las 48 horas nos soltaron y al llegar a mi casa me encuentro a una patrulla de policías municipales esperándome”, rememora. “Súbete al coche, que el jefe quiere hablar contigo, eso me dijeron y a regañadientes accedí. Al llegar a hablar con el jefe este me dijo que cuando me quitasen el yeso debía acudir a las oficinas nuevamente y así fue. De nuevo me fueron a buscar a casa y pese a que yo me escondía, me agarraron y me llevaron ante su jefe, este me dijo que ya se me iba a acabar el rollo de meterme con policías y que acudiera a la oficina de Carlos Cabrera que me hizo un contrato como guardia municipal con seis meses de duración”, cuenta el jubilado.

En un desfile por el Día de la Hispanidad en Estados Unidos cuando aún ejercía el cargo de agente.

Cuenta que cuando empezó a trabajar con la policía municipal a sus 24 años de edad y gracias al permiso del inspector jefe, tenía a un Guardia Civil vigilando que, el ahora veterano, tuviese buena conducta para poder cancelar sus antecedentes penales. Dos años más tarde ya era funcionario en plantilla y número uno de la promoción pero no podía acceder al cargo por carecer de estudios primarios que posteriormente sacó. Pasó por diversos cargos durante sus cuarenta años de trayectoria en la Policía Local, entre ellos, cabo, sargento, suboficial, oficial, subcomisario, jefe del Distrito Vegueta Triana, jefe de la Unidad Motorizada y Tráfico, jefe y creador de la unidad especial de Policía Judicial. Además, tras sacar su titulación en Graduado Social, fue profesor de la cátedra de Investigación de Accidentes de la Academia de Policía y sargento de La Cruz Roja. Estudió al menos trescientos cursos relacionados con su carrera y habla, además de su natal Español, inglés, sueco y finés. Organizó una huelga en la Catedral de Santa Ana “porque los salarios de la Policía Local estaban muy por debajo del resto de los agentes a nivel nacional”. En un principio fue “el único Policía Judicial que había” y cuenta que formó esta unidad junto al juez y expresidente del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) Antonio Castro Feliciano “porque antiguamente la gente citada para ser jurado popular no acudía” y el veterano se dedicó a dar charlas a estas personas sobre lo que implicaba esta citación y las consecuencias que tendrían al no acudir al juicio.

Una foto archivo del funcionario jubilado.

Fue policía de paisano y detuvo a un falsificador de permisos de conducir en Fernando Pó, Guinea Ecuatorial, a un ladrón de coches que traía los vehículos a las Islas e incluso resolvió el caso de un accidente de tráfico en el que cinco personas atropellaron con un automóvil robado a dos mujeres de las cuales una falleció. Ahora, a sus 72 años se siente orgulloso de haber pertenecido al cuerpo policial y del giro que dio su vida.

Asociación de policías Sabios Callejeros 

El agente jubilado es presidente a nivel local y regional de la Asociación de Policías Veteranos Sabios Callejeros por la que hoy demanda la atención del Ayuntamiento capitalino para que les sea devuelto un local de Las Tenerías en el que tenía las oficinas la organización. “Nosotros invertimos, a través de subvenciones, 11 millones de pesetas para dotar las instalaciones, hicimos los baños y creamos las canchas deportivas”, resalta Juan Francisco Suárez a la vez que denuncia que hubo un acuerdo plenario en 2015 en el que se estipulaba estudiar las necesidades de la asociación “pero hasta el sol de hoy no nos han recibido. El alcalde no ha hecho nada por nosotros”. El local que, fue cedido a la organización por el Gobierno de Canarias, antes de quitárselo “por malos funcionamientos de la junta anterior” y entregarlo al Ayuntamiento capitalino, se encuentra abandonado y con destrozos en su interior por lo que la asociación pide que se les entreguen las llaves para poder recuperarlo. “Augusto Hidalgo no ha querido recibirnos, eso es muy grave, somos su gente, los que hemos dado todo por esta ciudad. No le cuesta nada, y eso es lo que más nos duele a nosotros”, insiste el policía jubilado.

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