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El paciente contador de historias

El cronista de Arrecife, Antonio Lorenzo, presenta mañana en la Casa de la Cultura 'Lanzarote, historia menuda III', una nueva entrega de su obra de entretenidas crónicas

Antonio Lorenzo, el gran contador de historias de Lanzarote, durante un acto. M. HERNÁNDEZ

El primer extranjero que desembarcó en Arrecife. Los chiquillos lo persiguieron a distancia, como quien sigue el rastro de un ser extraño, un espécimen tan curioso que merecía aquel detenimiento. Para la mayoría de lanzaroteños se trataba de la primera persona que veían con una vestimenta tan estrafalaria: pantalones bombachos y un curioso sombrero. Además, aquel extranjero de mejillas sonrosadas tenía una manera de mirarlos a ellos, y al entorno, como si en realidad los extraños, los inauditos, fueran los vecinos que paseaban tranquilos por la calle Real de Arrecife.

Historias como ésta han sido rescatadas del olvido por el cronista de Arrecife, Antonio Lorenzo en su obra Lanzarote, historia menuda, del que mañana presenta su tercera entrega. Un contador apasionado de esos sucesos simpáticos, tan reales que resultan de ficción, pero que forman parte y definen la importancia de una publicación que merece un lugar en la memoria de Lanzarote y de Canarias.

Lorenzo, con un lenguaje sencillo, se acerca a la realidad de una isla que trataba de salir a flote. Que aún desconocía el futuro que estaba por llegar y que él retrata con la ironía y la paciencia de un maestro. A través de sus historias menudas se aprende en realidad a saber cómo eran los habitantes de la capital, y de San Bartolomé, un pueblo al que le une una estrecha relación: allí vivió hasta los 12 años. Precisamente en el tercer volumen le dedica un capítulo a esas primeras vivencias, cuando su mundo, formado por sus amigos, por sus maestros y sus aventuras de niño curioso comenzaba a gestarse.

Antonio Lorenzo huye en sus textos de los grandes personajes, prefiere retratar a la señora que pedía limosna, al vendedor de manises y a don Nicolás, el dueño de la primera tienda de Arrecife que trajo turrones y ante tal alucinación los chicos se quedaban pegados al cristal soñando con poder probar alguna vez en sus vidas aquella delicia. Entonces, don Nicolás tenía que salir con un trapo en la mano y espantarlos como moscas, y después pasar ese paño limpio para quitar del cristal los restos de sudor y babas.

Como dijo Pedro Lezcano en la presentación del primer volumen: "Antonio Lorenzo no es un historiador, es algo más que eso, es un testigo. Ignora a los personajes porque recuerda a las personas. Historiador de a pie, cuyos legajos polvorientos no están en los archivos, sino en las calles por donde pasó -y sigue pasando- la vida de su pueblo".

En esta nueva publicación se incluye un cuento en el que un abuelo y su nieto hablan y se cuentan cómo era Lanzarote antes y cómo es ahora. Lo hacen desde un espacio emblemático de Arrecife, el Charco de San Ginés. El lugar en el que nació Gregorio, ese viejo pescador que el gran escritor Ernest Hemingway retrató en su novela El Viejo y el Mar. Como reconoce Antonio Lorenzo, en esta historia de ficción "he querido rendir un pequeño homenaje a ese hombre, un pescador de Arrecife, y ese mundo que tanto significó y marcó el porvenir de los lanzaroteños".

La Casa de la Cultura Agustín de la Hoz en Arrecife acogerá mañana a las 20.00 horas la presentación de Lanzarote, historia menuda III, una nueva ocasión para acercarse y disfrutar con esas crónicas, esos recuerdos del pasado que tan bien definen y muestran la realidad de una isla.

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