El obispo Francisco Cases hizo ayer un llamamiento a los grancanarios para que en estos duros momentos provocados por el Covid tiendan la mano al parado, al pobre, o al necesitado que busca ayuda o al migrante que llega a nuestras playas. "Debemos recuperar y hacer historia viva del Evangelio, y no dejarnos vencer por el miedo al contagio y convertir a nuestros hermanos en amenazas", señaló ayer durante la homilía que pronunció en la misa celebrada en Teror por la festividad de la Virgen del Pino.

Insistió el prelado, en este acto religioso que se celebró a las siete de la tarde, en lugar de a las doce del mediodía como tradicionalmente, y con aforo reducido, que "en esta pandemia la figura de Jesús necesita recuperar nuestros corazones desvaídos y confusos". En este sentido, lamentó que la comunidad creyente haya perdido "cercanía, calor, confianza y entrañamiento". Y puso de relieve como ha surgido "un raro, pero potente individualismo, que lo domina todo, y nos encierra en los propios intereses como si el hermano fuera una amenaza y la distancia fuese la norma".

En esta misa de despedida a los grancanarios, tras quince años al frente de la Diócesis de Canarias, Cases destacó como el pasado año se iniciaba la misma ceremonia con el pensamiento puesto en el incendio que acaba de arrasar la Cumbre, y este año estamos sufriendo otro golpe terrible, el del coronavirus. "El golpe del incendio nos acercó a María, y el segundo, el la pandemia que nos tiene todavía cogidos, parece que nos hubiera distanciado", apuntó,

Estableció incluso un símil el prelado entre los efectos que está causando la pandemia del Covid con un fenómeno atmosférico que conocemos bastante bien los canarios como es la calima. "Todo lo entenebrece y lo difumina. Ha afectado a nuestra vida cristiana. Jesús, nuestra comunidad creyente y la misión a realizar pierden sus contornos precisos", manifestó en esta comparación.

También se refirió el obispo a cómo la pandemia ha provocado "distancias y ausencias" y ha obligado a cerrar las puertas de las iglesias, de las casas, y de las comuniones espirituales. "Muchas semanas sin ver, sin oír, sin tocar, sin gustar de la vida diaria de la fe" subrayó. Defendió el prelado que en estos tiempos en los que nos hemos acostumbrado a vivir la "fe en clave virtual" se siga escuchando al obispo o al cura, a través de la radio o del televisor.

Pero, a su vez aprovechó Cases para hacer un llamamiento a la recuperación del encuentro en las iglesias, "aunque sea guardando los metros de distancia y con los rostros velados por la mascarilla". A este respecto añadió que "necesitamos recobrar el empuje de la misión , abrir las puertas que han estado cerradas tanto tiempo, y salir a la calle y volver a testimoniar a Jesús y el Evangelio".

Cases concluyó en la homilía que reza por los canarios para que trabajen para "superar el virus y la calima que produce, y para que se tomen responsabilidad el asegurar la protección para todos". También dijo que reza por las autoridades para que "acierten en la regulación de los efectos de la pandemia, respetando los derechos de todos, también los derechos de los religiosos, y para que procuren el bien de los más débiles".

Aunque desde el pasado mes de julio el Papa Francisco aceptó la renuncia de Cases al cargo de máximo representante de la Iglesia católica en Canarias, tras cumplir 75 años, el prelado quiso estar este día en la Basílica de Teror, no sólo para despedirse de los grancanarios en una celebración tan especial como la del Pino, y para decirles que "se quedan en su corazón y en su vida", sino también para pedirles perdón. "Veo muchas cosas por las que pedirles perdón a ustedes. No supe, no quise, no pude hacer siempre el bien. Perdónenme", confesó.

Con todo, será el próximo día 2 de octubre cuando al que ha sido el Obispo de Canarias desde 2006 le tome finalmente el relevo José Mazuelos, con lo que concluirá así su etapa al frente de la catedral de Santa Ana, donde ha estado los últimos catorce años.

A este acto religioso, en honor a la festividad de la Virgen del Pino, también acudieron ayer tarde el presidente del Gobierno canario, Ángel Víctor Torres, el presidente del Parlamento canario, Gustavo Matos; así como el delegado del Gobierno en Canarias, Anselmo Pestana; el presidente del Cabildo grancanario, Antonio Morales; el alcalde de Teror, Gonzalo Rosario; el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Augusto Hidalgo; la alcaldesa de Candelaria, María Concepción Brito; y el alcalde de Valleseco, Dámaso Arencibia, entre otros representantes políticos.

Por su parte, Torres resaltó que la festividad del Pino era distinta porque estamos en una etapa de sacrificio debido a la pandemia. "Ojalá pronto podamos salir, y tengamos una vacuna para recuperar la normalidad que teníamos antes del 14 de marzo", señaló el presidente del Gobierno canario antes de acceder a la Basílica.

También el regidor de Teror dijo que este día de la Patrona se ha vivido "de forma extraña" debido al coronavirus. No obstante, se mostró satisfecho por el comportamiento responsable que han tenido los grancanario que han evitado esas aglomeraciones, aunque eso haya conllevado no disfrutar del jolgorio y de la fiesta como tradicionalmente. "Este año hemos tenido que rendir homenaje a la Virgen de forma más austera, pero el esfuerzo servirá para que en la próxima festividad podamos volver a vivir con mucha alegría y entre abrazos, todos juntos las fiestas del Pino" concluyó el alcalde de este municipio.