Presentaron esta semana un gran proyecto de infraestructuras hidráulicas. ¿Cómo estamos en cuanto a vertidos, calidad de la red de alcantarillado?

No estamos como debería estar una ciudad del tamaño como en la que vivimos. Esa es la realidad. La prueba más constatable fueron las lluvias de octubre, es verdad que fueron intensas y que pluviómetros como el de la plaza de La Feria detectaron niveles muy altos, pero la prueba de que no funciona la red es que se inundó esta parte de la ciudad. Eso tiene que mejorar. No tenemos lluvias permanentes, pero debemos estar preparados para ellas, tenemos una orografía complicada. Al mismo tiempo no podemos esquilmar los pocos acuíferos con los que contamos y debemos poder reutilizar ese agua. Las infraestructuras tienen que ser las adecuadas y hoy no se corresponden. Estas se hicieron en su momento, con tecnologías obsoletas que generan molestias en algunos casos en el entorno. Por ejemplo, en la depuración, que crea olores cuando hoy la tecnología permite que sea de manera inocua. Pueden estar incluso en zonas urbanas, aunque apostamos porque no lo estén. Tenemos un alcantarillado que se diseñó para un tercio de lo que hoy es la ciudad y, al mismo tiempo, esa red tiene problemas porque vivimos al lado del mar. La erosión es terrible, cuando vamos a reparar ciertas instalaciones nos damos cuenta de que se han diluido y las aguas fecales se han filtrado en la tierra. Eso no puede ocurrir. Requiere de una inversión importante; de difícil beneficio político, porque es una infraestructura que levanta la ciudad, genera molestias, se tapa y no hay un parque bonito que inaugurar. Normalmente tiene poco impulso político, pero es algo esencial. El proyecto que hemos presentado es muy ambicioso porque permite transformar por completo la gestión del agua en la ciudad, un recurso que cada vez será un bien más escaso y más preciado.