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La euforia del hidrógeno

El Gobierno y las grandes energéticas disparan sus inversiones | La tecnología está en desarrollo y su despliegue tardará una década

La euforia del hidrógeno

El hidrógeno aparece como la fuente de energía del futuro. A diferencia de los combustibles fósiles, su presencia en el planeta no es finita mientras que el proceso para su obtención a partir de la molécula de agua puede abordarse con fuentes renovables. Se disparan los proyectos, las inversiones y la euforia, pero los expertos advierten de que el proceso de implantación, aprendizaje incluido, no va a durar menos de diez años.

El Gobierno ha anunciado que destinará más de 1.500 millones de euros de los fondos europeos para hacer despegar el hidrógeno renovable y las grandes energéticas han disparado sus inversiones hacia esta tecnología. Iberdrola planea invertir 1.800 millones hasta 2027; Repsol, entre 2.200 y 2.900 hasta un año antes; Enagás habla de 1.500 millones hasta 2023; Endesa dice que tiene 22 proyectos en desarrollo, y Naturgy, que se ha unido a la alianza europea del hidrógeno, analiza varios proyectos. ¿Por qué tanta euforia en este momento?

“Desde el punto de vista de la tecnología y el producto no ha ocurrido nada que motive ese interés”, responde el presidente de la Asociación Española del Hidrógeno (AeH2), Javier Brey. A su juicio, el cambio se debe a que en el último año muchos países se han marcado como objetivo la “plena” descarbonización “y eso pasa por el hidrógeno verde”, explica. Mientras, el experto en energía Javier García Breva apunta al interés de las energéticas por aprovechar los fondos europeos para invertir en nuevos activos.

El hidrógeno no es una fuente de energía como el sol, el petróleo o el gas natural, sino que se trata de un vector energético que es necesario producir. El agua, al entrar en contacto con la electricidad, se divide en oxígeno e hidrógeno. Si esa electricidad procede de renovables, el hidrógeno producido será limpio; si lo hace a partir de fósiles, será gris.

Su principal atractivo radica en ser una de las pocas soluciones que existen para descarbonizar aquellos usos que todavía no pueden electrificarse, como lagran industria o el transporte pesado. Y, desde el punto de vista del almacenamiento, sirve como respaldo estacional para un futuro sistema eléctrico 100% renovable.

Liderar el desarrollo conllevará el surgimiento de una nueva industria

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El problema es que todavía no es competitivo. “Las tecnologías y equipamientos que son necesarios tanto para producir el hidrógeno como para transportarlo hasta los consumidores finales, almacenarlo y usarlo en sus procesos industriales o en sus pilas de combustible aún tienen que madurar, alcanzar las necesarias economías de escala y reducir sustancialmente sus costes”, explica el socio responsable de Energía y Recursos Naturales del Monitor Deloitte, Alberto Amores. Además, en el caso del almacenamiento, el coste se dispara en pocos días.

Por lo tanto, su despliegue no llegará, al menos, hasta dentro de una década. “Para su uso por la industria, si no hay incentivos o penalizaciones medioambientales significativos, podría irse a 2040”, agrega Amores. La “curva de aprendizaje que hay que recorrer” será similar a la de la fotovoltaica, cara en sus inicios y que ha obtenido un salto competitivo vertiginocos en los ultimos diez años.

Eso sí, de las políticas que se siguieron para propiciar el salto adelante del aprovechamiento de la luz del sol se ha aprendido; es decir, están descartados grandes periodos de amortización subvencionados, en la seguridad de que los avances con el hidrógeno renovable serán muchos a cada momento, lo que haría innecesarias grandes sumas de dinero público para hacer factible su utilización. Además, con la ventaja, según el presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, y el consejero delegado de Endesa, José Bogas, de que ya de por sí las subvenciones necesarias para impulsar el hidrógeno son mucho menores que las que se necesitaron para la energía solar.

En Canarias existen varias iniciativas que exploran el aprovechamiento de este elemento

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El país que lidere su desarrollo puede crear a su alrededor una nueva industria, a partir de la fabricación de electrolizadores, pilas de combustible, calderas o turbinas. Pero puede que sean “los consumidores quienes acaben pagando la factura”, según opina García Breva. “A cada ciclo inversor de las eléctricas se han sucedido situaciones de sobrecapacidad que acaban derivando en el recibo de la luz y este ciclo no será diferente”, asegura el experto.

En Canarias, existen iniciativas de investigación en este ámbito desde hace más de diez años. Por ejemplo, el Proyecto Solantes, de la ingeniería Zecsa, que pretende hacer de Fuerteventura la primera isla en contar con una instalación de estas características. Doce años después de iniciado, los papeles continúan atascados en la Administración regional a pesar de contar con la declaración de interés general. Solo un ejemplo de la necesidad de que el sector público incremente su apuesta por la aplicación de esta tecnología.

Otro de los proyectos es el Seafuel, del que forma parte el tinerfeño Instituto Tecnológico y de Energías Renovables (ITER) junto a instituciones académicas, como las universidades de Galway (Irlanda) o Liverpool, organizaciones sin ánimo de lucro y empresas privadas. En julio se unieron como asociados la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife, Hyundai Canarias y Enagás.

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