La pandemia dejará este año un cráter de proporciones históricas en la economía española, pero la recuperación podría ser algo más vigorosa en 2021 de lo previsto hace tres meses. Ese es el escenario que dibujan las previsiones del Fondo Monetario Internacional, que ha vuelto a situar a España como el país más golpeado de la zona euro por el impacto del coronavirus. A corto plazo, sus constantes vitales no han variado desde junio. El Fondo augura una contracción para este año del 12.8% del PIB, una cifra sin parangón entre las grandes economías mundiales, peor incluso que el descalabro del 11.3% previsto por Hacienda. El contrapunto llegaría en 2021, cuando el FMI espera que España crezca un 7.2%, más que ninguna otra de las economías del euro y casi un punto por encima de lo proyectado hace tres meses.

De esa dinámica se puede concluir que España va a contrapié del resto del mundo porque, globalmente, el Fondo ha mejorado sus perspectivas para este año, pero ha nublado la salida de la crisis, todavía llena de interrogantes y muy condicionada al desarrollo de una vacuna contra el Covid-19. "Datos recientes sugieren que muchas economías han empezado a recuperarse a un ritmo más rápido de lo anticipado tras la reapertura que siguió al Gran Confinamiento", asegura el informe presentado esta mañana en Washington de forma virtual. Un repunte que achaca a los estímulos fiscales y monetarios sin precedentes puestos en marcha por gobiernos y bancos centrales para prevenir el colapso del sistema. "En conjunto estas acciones han prevenido hasta ahora una reedición de la catástrofe financiera del 2009-2009", afirma el FMI.

Recesión global profunda

El resultado es una "recesión algo menos severa, aunque todavía profunda en 2020". En gran medida porque el segundo y tercer trimestres fueron algo mejor de lo esperado. Eso ha hecho que sus analistas reduzcan en ocho décimas la contracción prevista para este año, que será del 4.4% del PIB global. A modo de comparación, en 2009, el año más crudo de la Gran Recesión, la economía mundial se contrajo un 0.7%. (Un 3.7% en España, según los datos del Fondo). Pero el organismo internacional también vislumbra una recuperación más accidentada de la prevista en junio por el "rápido aumento" de las infecciones en los países pobres y los emergentes. "Mientras la economía global empieza a volver, su ascenso será probablemente lento, desigual e incierto", afirma el documento.

De las grandes economías China es la única que acabará este año fuera de los números rojos, la misma China donde se originó la pandemia. Pero el Fondo también constata que Estados Unidos ha amortiguado el golpe bastante mejor de lo previsto. Si bien la mayor economía del mundo se contraerá un 4.7% de su PIB en 2020, son casi cuatro puntos menos de los anticipados en junio. Y casi la mitad del descalabro previsto en la zona euro, que espera una contracción del 8.3%.

El desempeño español es el peor de toda la región, seguido por Italia (-10.6%), Francia y Reino Unido (-9.8) y Alemania (-6%). El Fondo no explica los motivos de esta disparidad, pero sugiere que las economías más sustentadas en los servicios de contacto intensivo, como el turismo, están sufriendo más que las economías con base industrial.

Recuperación más vigorosa para España

La buena noticia es que España debería crecer el año que viene más que sus pares, concretamente dos puntos por encima de la media de la eurozona (5.2%). Unas proyecciones que el Fondo condiciona a la expiración en 2021 de las restricciones aplicadas contra el Covid-19 y la continuidad de las políticas económicas del Gobierno. Pero la profunda recesión de este año se reflejará en el paro, que quedaría durante los dos próximos ejercicios en el 16.8% de la población activa, casi tres puntos por encima del registrado en 2019.

Todo son incógnitas para el futuro, aunque el FMI sostiene que las consecuencias de la pandemia serán profundas y duraderas si no se adoptan medidas osadas. Su factura oscilará entre los 11 millones y los 28 billones de dólares, el monto de la riqueza perdida hasta 2025. "Probablemente la crisis dejará cicatrices a medio plazo a medida que tardan en sanarse los mercados laborales, se frena la inversión por la incertidumbre y los problemas en los balances, y las horas lectivas perdidas se ceban con el capital humano", ha dicho la economista jefe del FMI, Gita Gopinath. A corto plazo aumentará la desigualdad, empeorarán los estándares de vida y por primera vez en dos décadas se frenará la reducción de la pobreza extrema.

Aumento de impuestos para los ricos

Como primera medida para no agravar la desdicha, el Fondo alerta contra la retirada de los estímulos fiscales y monetarios antes de tiempo. No tiene prisa, a pesar de que la deuda pública global alcanzará récords históricos y las arcas estatales se resentirán por la caída en la recaudación de impuestos. Y a diferencia de lo que hizo hace una década, el organismo que dirige la búlgara Kristalina Georgieva prescribe ahora políticas keynesianas para salir del agujero sin ahondar los males de la economía de este nuevo siglo.

Desde masivas inversiones públicas para la transición ecológica y la mejora de las infraestructuras digitales, a las inversiones en Sanidad y Educación. También aboga por aumentar los impuestos a las rentas más altas y asegurarse de que las grandes corporaciones pagan lo que les corresponde. Unas recetas que suenan más a Bernie Sanders o Paul Krugman que al viejo FMI.