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Más funerales que bautizos

Cementerio de Sisli, destruido en el pogromo de 1955, y restaurado finalmente en el 2012.

Después del pogromo, en 1964, llegaron las deportaciones de ciudadanos griegos y la estocada final a la comunidad: desde entonces, los griegos de Constantinopla languidecen para no desaparecer. Mijalis Vasiliadis también abandonó la ciudad, pero en los 90, después de tocarle a él seguir la tradición familiar y dirigir Apoyevmatini, volvió a Estambul.

“Volv í para reencontrar mis raíces, y las encontré, pero me di cuenta de que el árbol había muerto. La ciudad había cambiado, y yo era un extranjero en mi lugar de nacimiento. Algunos de los griegos de antes seguían aquí, pero sus lugares estaban embrujados, llenos de los fantasmas de los griegos que antes los habitaban”, dice.

En Constantinopla, de 125.000 griegos se ha pasado a 1.800, en cerca de 90 años. El camino que sigue es la desaparición: “Por desgracia, este año solo hemos informado en el periódico de dos bautizos, si recuerdo bien –explica Minas, el hijo de Mijalis–. No sé el número exacto, pero creo que en este tiempo hemos tenido como 10 funerales; puede que 15. La verdad es que desde que empecé a trabajar en el periódico, hace 15 años, nunca ha habido un año en el que haya habido más nacimientos que muertes”. “Son matemáticas simples –resume Minas–, la mayoría de noticias que publicamos son de gente de la comunidad que muere. De hecho, ¡mi padre es considerado joven! Bueno, los de 60, 65 son jóvenes, si se compara con la media. La cuestión es que el grupo ya no va a crecer ya más por nacimientos… solo si todos empezasen a tener bebés ahora. A menos que mi padre, claro, empiece a sentir el picorcito”. Mijalis se ríe: “¿Yo? ¡Ja! Soy yo el que con la edad se está convirtiendo gradualmente en un bebé”.

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