Cientos de jóvenes en Senegal vuelven a subir a los cayucos para alcanzar Canarias, mientras organizaciones de la sociedad civil debaten las causas, cuestionan los renovados acuerdos de pesca con la Unión Europea y critican el silencio del gobierno del país ante las muertes en el mar.

“Los traficantes les dicen a los jóvenes: en Europa todo el mundo está muerto [por la Covid-19], vais a ocupar su lugar”, explicaba ayer Badara Ndiaye, el presidente de la asociación senegalesa Diáspora Desarrollo Educación Migración (Diadem).

El aumento de las salidas de embarcaciones tradicionales de pesca desde las costas de Senegal hacia las Islas –donde han llegado más de 18.000 migrantes en lo que va de año– se ha convertido en tema de actualidad en este país africano, que ve con preocupación cómo muchos de sus jóvenes mueren en el intento. “Es triste, los jóvenes están abandonados, hay muchos que están muriendo en el Atlántico antes de llegar a las Islas, y los que llegan no tienen ninguna oportunidad, es un viaje perdido porque los jóvenes no tienen información”, afirma Ndiaye.

El debate en las últimas semanas gira en torno a cuáles son las causas que provocan la reutilización de esta ruta y el hecho de que se deporte a quienes logran llegar, mientras la Unión Europea renueva los acuerdos de pesca con Senegal.

La Covid ha cerrado 7.000 empresas en el país africano y el incremento del paro alcanza el 36%

Asociaciones de la sociedad civil critican también el silencio del gobierno senegalés y cuestionan las políticas migratorias y los proyectos en los que se invierten ingentes cantidades de dinero, pero no dan una solución a los jóvenes que arriesgan su vida. “La gente está muy cansada. No podemos quedarnos aquí sin trabajar, sin tener dinero para alimentar a nuestras familias”, cuenta Efe Moustapha Diouf, el presidente de la Asociación de Jóvenes Repatriados de Thiaroye-sur-Mer, localidad periférica de Dakar desde la que salieron cientos de barcos en la crisis de los cayucos en 2006.

“Quizás el coronavirus está ahí, pero hay la falta de empleo, la pobreza, hay muchos factores”, advierte Diouf, al señalar que la UE anuncia proyectos millonarios sobre migración que no terminan de beneficiarles. “La Unión Europea no discute con la gente, sino con el Gobierno, y a éste lo que le interesa es el dinero”, apunta, aludiendo también a los acuerdos de la pesca con la UE que, según él, “saquean nuestros recursos” y contra los que los pescadores tradicionales no pueden competir, lo que les empuja a usar sus cayucos para emigrar.

El debate sobre los acuerdos de pesca se reactivó la semana pasada tras su renovación y la prensa senegalesa, la sociedad civil y organizaciones como Greenpeace señala la paradoja de que se devuelva a las personas que llegan a España, mientras la UE captura un pescado que quita el trabajo y el alimento a la población local.

Para Ndiaga Gueye, responsable de pesca en la Oficina Regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), considerar que hay una relación entre la migración y los acuerdos de pesca “es una conclusión apresurada”. Y “si se dice que es solamente a causa de esto, no se van a encontrar soluciones. Un gran número de los que van en las embarcaciones no son pescadores”, subraya.

Entre las causas del aumento de salidas desde las costas de Senegal figuran las consecuencias económicas de la Covid-19, que en Senegal ha ocasionado el cierre de más de 7.000 empresas y la pérdida del empleo del 36 % de los “cabezas de familia” desde el inicio de la pandemia en el país el 2 de marzo, según la Agencia Nacional de la Estadística y la Demografía. Bakary Doumbia, el jefe de misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Senegal, apunta a las restricciones de movimientos en las rutas migratorias terrestres, debido al cierre de muchas fronteras por la covid-19.

Mbengue, además, duda de que la vigilancia de la costa se esté llevando a cabo en este momento con la misma intensidad que antes, a pesar de que la Policía senegalesa ha anunciado la detención de más de 1.500 candidatos a la migración irregular en diferentes localidades costeras de Senegal, la mayoría de ellos el pasado octubre. “No sé qué es lo que ocurre en la costa de Mbour [a 100 kilómetros al sur de Dakar], pero cada semana unos cuatro o cinco cayucos pueden salir sin ser detenidos. Creo que los servicios de inteligencia en general son muy eficaces en este aspecto y que esto no puede pasar de boca en boca sin que la policía no esté al corriente”.

Muchos senegaleses lamentan el silencio del Gobierno o la ausencia de un duelo nacional oficial por las muertes en el mar, que medios locales cifran entre 400 y 500 en las últimas semanas, sin ser, no obstante, cifras oficiales.

Por ello, el pasado 13 de noviembre, ciberactivistas e internautas celebraron una jornada virtual de duelo nacional bajo la etiqueta #LeSenegalEnDeuil (El Senegal En Duelo) con la intención de rendir homenaje a los fallecidos y visibilizar el drama de la migración irregular que vive en este momento el país africano.

Más de 500 muertos en el mar


Más de 500 migrantes y refugiados han perdido la vida este año intentando llegar por mar desde países del oeste de África hasta Canarias, según un estimación de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) que la propia agencia admite que es imprecisa, ya que el número real de víctimas sería mayor porque “desaparecen sin dejar rastro”. El último naufragio data del 15 de noviembre, fecha en la que una embarcación con 66 personas a bordo llegó con daños a Cabo Verde. Según el Gobierno y los supervivientes, más de 130 personas -en su práctica totalidad senegaleses- viajaban inicialmente en este barco, por lo que se estima que unos 60 perdieron la vida. En todo 2019, la OIM confirmó 210 fallecimientos en esta ruta, cifra que en 2020 ya se ha disparado a más del doble. | EP