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La moción “teatral” que todo lo trastoca

La fracasada censura de Vox contra el Gobierno de Pedro Sánchez abre un nuevo marco que tiene implicaciones sobre la política canaria en la capital de España

El diputado de NC en el Congreso, Pedro Quevedo, en la tribuna de oradores de la Cámara Baja.

Conclusión unánime: la moción de censura, aparentemente teatral, de Vox contra el Gobierno de Pedro Sánchez ha terminado por ser una moción de censura contra la propia formación de ultraderecha. Las otras dos derivadas del resultado de este debate en el Congreso son que la intentona del líder de Vox, Santiago Abascal, de presentarse como alternativa a Sánchez ha supuesto casi una segunda investidura del actual presidente. Y que si lo que pretendía, como parecía en realidad, era convertirse en líder fáctico de la oposición y retirarle esa condición al presidente del PP, Pablo Casado, el resultado efectivo ha sido justo el contrario, pues lo ha encumbrado de manera palpable.

La jugada estratégica de la formación ultra, sobre la que todo el mundo asegura que ha sido mal planificada y peor ejecutada, ha servido sobre todo para conocer en detalle el delirante universo político y mental sobre el que se sustenta su propuesta a la sociedad. Pero también para abrir un horizonte político novedoso si se confirma que el paso dado por el PP de renegar de al menos una parte importante del discurso de Vox, tiene efectos reales en el día a día de la política española, sobre todo en este contexto de crisis sanitaria y económica y de incertidumbre que asola a todo el país. La jugada le ha salido mal a Abascal en parte porque Vox se encontraba a sus anchas marcando el rumbo del discurso de la derecha española, con la evidente colaboración, se supone que involuntaria, del PP, y porque Casado parece haber llegado a la conclusión que chupar rueda de ese discurso tremendista le aleja de la victoria en la meta. 

Está por ver si el viraje de Casado tiene esta vez algo más de consistencia y contenido que cualquiera de los que ha dado en ocasiones anteriores, aunque obviamente nadie espera que el mismo vaya a traducirse en romper con Vox allí donde le sirve para gobernar. La pregunta que ronda en estos momentos por los círculos políticos es hasta dónde están dispuestos cada uno de estos partidos a despegarse del otro, si Vox pondrá en apuros a los gobiernos del PP y Cs que apoya en Madrid, capital y comunidad autónoma, Andalucía o Murcia, o si el partido de Casado, por poner un ejemplo emblemático, dará de nuevo gusto a la ultraderecha retirando placas, calles u otros homenajes a líderes democráticos de la Segunda República como han hecho con Largo Caballero e Indalecio Prieto en Madrid, o rehusando reconocer la necesidad de una Ley de Memoria Histórica que ayude a dignificar a las víctimas del franquismo. 

Y, sobe todo, si apuesta por ser un partido con visión de Estado en estas circunstancias excepcionales, como está haciendo toda la derecha liberal europea, o si seguirá cuestionando la legitimidad del actual Gobierno de coalición y utilizando la pandemia para tratar de derribarlo. Es decir, mantener o no esa máxima que parece dominar hasta ahora toda la acción política de Casado y la plana mayor de la calle Génova de que cuanto peor le vaya a España, y por tanto al Gobierno, mejor le irá al PP en las próximas elecciones. “Que se hunda España, que ya vendremos nosotros a arreglarla”, según sostenían en plena crisis económica en el 2010 durante el gobierno del socialista Rodríguez Zapatero.

El voto de los nacionalistas canarios sigue siendo prescindible para el presupuesto

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El horizonte tras la moción de censura abre expectativas y plantea interrogantes en todos los ámbitos, también en relación con los intereses de Canarias, o en los elementos que entran en juego en la política canaria en Madrid. Supone de facto una reubicación de casi todo el mundo en el inestable escenario español. De su primera derivada, el reforzamiento del Gobierno y del pacto que propició la investidura de Sánchez, se desprende que la moción podría haber despejado el camino para la aprobación de los Presupuestos del Estado de 2021, el gran reto del Ejecutivo en estos momentos aparte de la gestión de la emergencia sanitaria. Las nuevas cuentas estatales son la piedra de toque sobre cómo afrontar a corto plazo la crisis económica y social consecuencia de la pandemia, y son para Canarias elemento fundamental en ese sentido. 

Mensajes y gestión

Nadie piensa que la nueva cara ofrecida por el PP implique abrir una negociación con el Gobierno para su posible apoyo al proyecto presupuestario, de manera que todo sigue pendiente de que eso lo logre Sánchez o bien con el conjunto de la izquierda que le apoyó la investidura, o bien con Cs. Aunque la moción ha supuesto un cierre de filas de los socios del Ejecutivo, no está garantizado para nada el acuerdo sobre la cuentas públicas, mientras que, por otro lado, Cs podría estar ahora en más disposición de respaldar al Ejecutivo y rebajar el precio de sus votos tras perder margen político como consecuencia del enésimo ‘giro al centro’ del PP. En cualquiera de los casos, el voto de los nacionalistas canarios, CC y NC, sigue siendo prescindible, y el resultado de las negociaciones que ambas formaciones abran con el Gobierno, así como el contenido de la ficha financiera para las Islas, seguirá dependiendo de la voluntad política del Ejecutivo para asumir las demandas canarias, que también están expresadas en el Plan Reactiva impulsado por el Gobierno regional que lidera el socialista Ángel Víctor Torres. 

La moción de Vox ha suscitado además el debate sobre la crisis migratoria que vive el Archipiélago y sobre la que el candidato Abascal expuso toda la parafernalia de mensajes alarmistas, falsos y alejados de toda visión humanitaria del problema, simplificando su verdadera naturaleza y abordaje, e insistiendo, en que Canarias está siendo “invadida” , infectada por quienes llegan a sus costas, y que los migrantes quitan el trabajo a los canarios. El discurso abrasivo y hooligan de Abascal fue rechazado con contundencia por los representantes de CC y NC, Ana Oramas y Pedro Quevedo, respectivamente. Oramas repudiando todo radicalismo y situándose casi equidistante entre Podemos y Vox, y obviando que CC negocia y acuerda en Canarias y en Madrid con gobiernos en los que está la formación morada. Su ‘no’ a Abascal tomaba prestadas resonancias de su famoso y polémico ‘no’ a Sánchez por su coalición con Podemos en enero pasado.

La censura de Vox vuelve a poner sobre la mesa la crisis migratoria que vive las Islas

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Quevedo, por su lado, recordó que Vox no logró representación en el Parlamento de Canarias en las elecciones autonómicas pasadas, y dio por hecho que el mensaje ultra no tiene cabida en la sociedad canaria, pero obvió recordar que sí logró dos diputados, uno por cada provincia en las generales de noviembre, quitándoselos a Cs ¿Qué incidencia real está teniendo la actual crisis migratoria en la ciudadanía de las Islas en las actuales circunstancias de emergencia económica y social? Es algo que aún no tiene respuesta cierta, pero que dependerá en parte de la actitud de los partidos y de los Gobiernos, los primeros siendo prudentes en sus mensajes, y los segundos efectivos en su gestión.

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